Seguridad de Ingreso Suplementario (SSI)

Ejemplo

La historia de Angélica

Cuando Angélica quedó hospitalizada la primera vez por esquizofrenia a los 17 años, tenía cobertura por medio del plan médico patrocinado por el empleador de su mamá. Pero al cumplir los 26 años, ya no podía seguir en el seguro de su mamá, a pesar de que empeoraba su estado mental: no podía conservar los trabajos, se estaba quedando sin dinero e ideas, y no tenía cobertura médica.

La tía de Angélica le ayudaba pagando por las visitas de Angélica al psicólogo, quien le ayudaba a entender lo que estaba sucediendo. “Tienes un problema médico, un problema de salud mental, que evita que puedas trabajar. El gobierno lo llama una discapacidad. ¿Por qué no vas a la oficina de DES/Administración de Asistencia para Familias local a ver si pueden ayudarte? Creo que debes poder conseguir algún tipo de asistencia monetaria y cobertura médica”.

Cómo solicitó ayuda

Angélica fue a su oficina de DES/Administración de Asistencia para Familias y habló con Lauretta, una trabajadora social. Se sentaron a platicar, y Angélica le contó a Lauretta su historial médico y su incapacidad para trabajar. No había tenido trabajo durante tres meses y solo le quedaban $500 en su cuenta bancaria.

Lauretta le explicó que con su historial médico y laboral, Angélica debería poder calificar para beneficios de discapacidad del Seguro Social, ya fuera por medio del Seguro de Incapacidad del Seguro Social (SSDI) o la Seguridad de Ingreso Suplementario (SSI). El Seguro Social examinaría sus expedientes para ver si Angélica había trabajado lo suficiente en el pasado a fin de calificar para SSDI; de otro modo, probablemente recibiría SSI. “No has podido trabajar al nivel de trabajo sustancial y lucrativo (SGA) — $1,550/al mes — durante algún tiempo. Y con solo $500 en recursos, estás por debajo del límite de recursos de $2,000 de la SSI. Así que probablemente calificarías”.

Cuando Lauretta mencionó que el proceso de solicitud podría tomar varios meses, Angélica se sintió decepcionada. Le hacía falta dinero en ese momento. Lauretta le dijo: “Mientras esperas por la SSI, puedes intentar solicitar otros programas, como AHCCCS y Asistencia Nutricional. Esta es una lista de los documentos que debes traer para que pueda ayudarte a rellenar las solicitudes”. Juntas también llamaron a la oficina del Seguro Social para hacer una cita para que Angélica entregara su solicitud de SSI esa misma semana.

Angélica regresó al día siguiente con extractos de cuenta bancarios, expedientes de impuestos, talones de pago e información de contacto de todos los médicos y hospitales con los que había tratado. Entonces Angélica y Lauretta se sentaron a rellenar la solicitud combinada en línea para AHCCCS y Asistencia Nutricional. “Ya que tienes 26 años, el plan médico del trabajo de tu mamá no te seguirá cubriendo, pero ahora calificarás para AHCCCS, porque tu ingreso está por debajo del 138% del Índice Federal de Pobreza (FPG).” Esto fue de gran alivio para Angélica, quien no sabía que podía recibir AHCCCS en vez de estar sin seguro.

Después, Lauretta le ayudó a Angélica a prepararse para solicitar la SSI en línea. Lauretta le explicó que “esto será muy útil cuando vayas a la oficina del Seguro Social a terminar la solicitud. Muchas de las cosas que necesitan ya estarán en el sistema.

“…Queremos que tu solicitud entre en el sistema lo más rápido posible, porque si calificas para SSI”, continuó Lauretta, “te pagarán los beneficios de la SSI de forma retroactiva a la fecha de solicitud”.

La espera

A principios de enero, Lauretta llamó a Angélica. A Angélica le habían aprobado el AHCCCS y la Asistencia Nutricional. “Respiro con más tranquilidad ahora que tengo cobertura médica y algo de dinero para comer”, dijo.

El 22 de febrero, Angélica llamó a Lauretta muy agitada. Le había llegado una carta de denegación del Seguro Social. Lauretta le pidió a Angélica que leyera el titular de la carta detenidamente. Resultaba que a Angélica le habían negado el Seguro de Incapacidad del Seguro Social (SSDI) porque no tenía suficientes créditos de trabajo para calificar. “No es nada malo”, le explicó Lauretta. “No esperábamos que te dieran el SSDI de todos modos, dado tu historial de empleo. Lo que realmente nos interesa es la SSI. El Seguro Social tiene que comprobar si calificas para SSDI primero antes de determinar si deben darte la SSI, es todo. Solo tienes que esperar un poco más”.

La adjudicación

El 12 de abril, Angélica recibió su carta de adjudicación de la SSI. Había calificado para $943 al mes por concepto de la SSI. Llamó a Lauretta y le preguntó qué sería lo próximo. Lauretta le explicó: “Primero, la SSI te pagará beneficios retroactivos. Como solicitaste en diciembre, la SSI te dará beneficios por cada mes que has estado esperando desde entonces”.

“Cuando estés lista”, agregó Lauretta, “puedes plantearte volver a trabajar unas cuantas horas a la semana. Tendrás que informar sobre los cambios en tu ingreso a esta oficina y al Seguro Social. Pero vale la pena, porque tus beneficios de la SSI se reducirán por menos de lo que ganas, de modo que siempre saldrás mejor si puedes trabajar. Por ejemplo, si estabas ganando $300 al mes, tu monto de la SSI solo se reduciría por $107.50".

“Prueba con la Calculadora de los beneficios y el trabajo de DB101 para hacerte una idea de cómo se combinan el salario y la SSI. Cuando estés considerando seriamente trabajar, debes comunicarte con un/a consultor/a de incentivos de trabajo para obtener más asistencia.”

“Gracias por todo”, le dijo Angélica.

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